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Esa platica para la infraestructura se perdió

Se refleja la desidia de los gobernantes por el sector educativo. Triste futuro que les espera a las nuevas generaciones.   

Noviembre 14, 2018

Bastante se ha hablado y oído acerca de los sobrecostos en las raciones alimentarias en las instituciones educativas del país. Sin embargo, hay un tema del que se habla poco y que refleja la desidia y poca importancia que le ponen los administradores del sector educativo al mejoramiento de la calidad y es el que tiene que ver con la infraestructura escolar.

Hace unos días tuve la oportunidad de visitar dos establecimientos educativos en el departamento de Nariño, uno en San Juan y el otro en Las Lajas. Cuál sería mi sorpresa cuando me topé con dos remedos de edificación (solo columnas en obra negra) que supuestamente iban a mejor la cobertura escolar y las condiciones de trabajo de los maestros y directivos, que no cuentan con oficinas adecuadas para su gestión, laboratorios, salas de sistemas y biblioteca, entre otras necesidades.

Pero sobre todo beneficiarían a los estudiantes en sus procesos de aprendizaje ya que al contar con un entorno más amigable y propicio para el aprendizaje seguramente estarían más felices y por ende aprenderían más.

La razón para que los colegios tengan estos “elefantes blancos” es que en el año 2016 el o los contratistas abandonaron las obras porque, según ellos, el dinero no les alcanzaba para terminarlas. Desde esa fecha, hasta hoy, las obras se encuentran paralizadas.

“Una vez más se refleja la desidia de los gobernantes por el sector educativo, de continuar así el país seguirá siendo inviable, triste futuro que les espera a las nuevas generaciones.”

Para dichas contrataciones e inversiones, Colombia cuenta con un aparato burocrático que se conoce como el Fondo de financiamiento de la Infraestructura Educativa, que administra o, mejor aún, mal administra los recursos del Plan de Infraestructura Educativa.

Las preguntas que cabe hacerse en una situación como la que encontré en Nariño, es quién responde por estas obras abandonadas, por los daños y perjuicios causados a las comunidades y en especial a la comunidad educativa y a nosotros los contribuyentes por este gasto que no se puede llamar inversión y por último quien les da una mano a los rectores para les atiendan sus innumerables peticiones de que alguien le dé continuidad a las obras.

En fin, una vez más se refleja la desidia de los gobernantes por el sector educativo. De continuar así, el país seguirá siendo inviable. Triste futuro que les espera a las nuevas generaciones  

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Abogado, con especialización en opinión pública y mercadeo político y Magíster en Educación.
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Henry Alberto Berrio Zapata
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