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El aula como espacio de investigación

El espacio en el cual se mueve la investigación del maestro puede mirarse desde dos puntos de vista: el espacio físico y el espacio conceptual.

Abril 16, 2018

De alguna manera el “salón”, el “aula” es el espacio físico más cercano a la experiencia cotidiana del maestro, y es por esta razón que hemos hablado de “investigación en el aula”. El aula es el espacio que le es más directamente propio al maestro, en donde se inicia o se define lo específico de su quehacer de enseñar, así sea de manera meramente simbólica.

La importancia del aula se debe a que normalmente es en el aula en donde el maestro se reúne con sus alumnos, aunque sea para salir de ella a otros espacios, y aunque esa aula sea la sombra de un árbol. No debe pensarse en el aula como en las cuatro paredes de un salón, sino como el lugar de reunión de maestros y alumnos en torno al saber.

El aula, como espacio de relación y de reflexión del maestro se amplía a medida que su mirada se hace más reflexiva, e incluye también la escuela y la comunidad. En este sentido, la investigación en el aula es también una investigación desde el aula.

Esto se debe a que es desde el aula desde donde el maestro puede empezar a reconocer o específico de la investigación realizada por el maestro como tal es consecuencia de que él interroga las cosas precisamente como maestro. Por ejemplo, el sociólogo y el maestro pueden estudiar la misma comunidad, el mismo barrio, pero debido a que cada uno de ellos lo mira desde el punto de vista particular de su saber y de su profesión, los dos estudios serán necesariamente diferentes, aunque puedan tener puntos comunes.

Cosa similar sucedería si un psicólogo y un maestro estudiaran el mismo proceso de aprendizaje o la misma dificultad. Lo específico del punto de referencia de cada uno de ellos hará que, teniendo puntos comunes y quizá referentes teóricos similares, los dos estudios sean diferentes, pues el maestro hará su análisis consciente de que lo importante para él es aquello que puede ayudarle a enseñar a ese alumno o a ese grupo de alumnos. Me parece importante insistir en este punto de lo específico de la mirada del maestro desde su pertenencia como tal, porque fácilmente se corre el riesgo de proponerle al maestro pertenencias que no son las suyas.

No quiero decir que los conceptos, saberes, preguntas que puedan intervenir en el quehacer del maestro, y sus procesos de investigación se circunscriban al aula o se generen en ella por medio de una especie de generación espontánea. Pero es innegable que, para el maestro, el saber pasa por el aula, y que en el aula ocurren muchos de los sucesos, de los acontecimientos, cuyo análisis y elaboración dan lugar a elementos importantes del saber pedagógico, y a los procesos de indagación reflexiva que son propios del maestro- investigador.

El espacio conceptual de la investigación en el aula puede mirarse como el conjunto de preguntas, de inquietudes, de asombros que el maestro puede querer resolver, reflexionar, apropiar conceptualmente. En este sentido, el espacio conceptual también tiene que ver con el aula, en cuanto desde ella se generan y se filtran las inquietudes y las preguntas, y a ellas revierte la reflexión, como elemento transformador del diario quehacer.

Este espacio conceptual de indagación tiene una íntima relación con su saber pedagógico, y hace que cuando se plantea la iniciación de un proyecto específico, el maestro se remita a una de las cuatro preguntas analizadas en el capítulo anterior: qué enseña, a quiénes enseñas, para qué enseña y cómo enseña.

Esta “relación” puede, como las preguntas, permanecer inexpresada, pero está presente y hace que el maestro tenga en su mira la enseñanza siempre que inicia un proceso de indagación, una “investigación, en el aula”. Aunque esta relación se analizará en mayor detalle con referencia a casos concretos en el capítulo siguiente, no está demás hacer aquí algunas anotaciones.

Pareciera que la pregunta aglutinadora que da el punto de partida para una investigación del maestro fuese la pregunta cómo enseña, la que más inmediatamente y expresamente remite a la didáctica, aunque explícitamente se plantee otra pregunta cualquiera.

Por ejemplo, cuando un maestro define como proyecto un aspecto de su quehacer relacionado con el “qué” enseña, casi siempre lo analiza desde el nivel de la transposición didáctica, es decir, mira apenas en forma muy tangencial el saber generado por las comunidades científicas, y cuando eso ocurre lo hace para verificar el grado adecuado de la actualización de los conocimientos que imparte.

Pero una vez más o menos satisfecho ese requisito, el maestro pasa de inmediato a hacer una transposición didáctica, es decir a transformar ese saber científico en un saber objeto de enseñanza en la escuela. De ahí surgen guías didácticas, nuevas secuencias de contenidos, eliminación de algunos temas, inclusión de otros, propuestas y experiencias para formas diferentes de dar clase.

Tomado del libro: Maestros alumnos y saberes. Investigación y docencia en el aula.  Autor: Eloísa Vasco. pp. 57-59

Contenido original: Editorial Magisterio


Imagen https://www.flickr.com/photos/125699219@N04/19473673592

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Irma María Arévalo González
Gran Maestro Premio Compartir 2002
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