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Aula investigadora

La propuesta del maestro Carlos Enrique Arias concibe la investigación como un proceso de lectoescritura y la lectoescritura como herramienta fundamental de la investigación.

Octubre 3, 2019

 

Carlos Enrique Arias Villegas
Año:
2017
Categoría: Maestro 
Área: Lengua castellana                       
Región:
Montelíbano, Córdoba
Institución Educativa: Institución Educativa Comercial del Norte

 

Aula Investigadora surge al observar la intrascendencia de una práctica pedagógica catedrática y repetitiva, que no contribuía a mejorar la visión del mundo de la mayoría de mis estudiantes. Soy docente de la institución educativa San Antonio María Claret (SAMAC), ubicada en la zona urbana del municipio de Montelíbano, departamento de Córdoba. Es allí donde noté que los chicos, al terminar el bachillerato, repetían el círculo de pobreza de sus padres. Se casaban jóvenes y empezaban a competir en los oficios de sus progenitores: albañiles, meseros, trabajadoras domésticas, moto taxistas, oficios varios etc., pauperizando más la calidad de vida de los estratos 1, 2 y 3 de la localidad. Las competencias lectoras eran mínimas, y pocos de los egresados continuaban sus estudios universitarios. Esto me llevó a plantear la pregunta de ¿cómo promover la movilidad social, la calidad de vida y el progreso desde el aula, a partir del área de lengua castellana? Para responder a este planteamiento era necesario conocer y estudiar la realidad, y la mejor estrategia que se me ocurrió para enfrentar este reto fue, sin duda, la investigación. Esta es el eje del progreso y notable calidad de vida de los países desarrollados, la misma hace que el ser humano se cuestione, innove y despierte habilidades innatas en su ser. Es también un camino que da satisfacción a quien lo transita, permitiéndole desarrollarse a sí mismo y al entorno del que forma parte.

De manera que debí estudiar y aprender investigación, para luego enseñarla. La propuesta concebida, que consiste en propiciar desde el área de lengua castellana la formación de competencias investigativas para iniciar al estudiante en la indagación y toma de conciencia de su realidad, lleva más de diez años en su proceso de implementación (2005). De forma general pretende desarrollar en el estudiante competencias investigativas generales que promuevan niveles de lectura competente sobre diversas tipologías textuales y concienciación sobre la realidad investigada para ampliar su visión del mundo y la necesidad de trascendencia. Específicamente, propiciar por medio de la investigación, capacidades y habilidades para buscar y procesar información en diversas fuentes; concienciar al estudiante de la realidad socio ambiental que lo afecta y llevarle a que invente, soporte y formule alternativas de solución razonables y coherentes con la realidad investigada; desarrollar capacidades sinérgicas y sociales para trabajar en equipo; afinar procesos mentales de análisis, síntesis, valoración crítica para la lectura y redacción de varias tipologías textuales; estimular en el escolar la necesidad de acceder a la educación superior como estrategia para mejorar su calidad de vida y la de su entorno.

Los fundamentos de la experiencia con relación al lenguaje y aprendizaje de la lectoescritura se apoyan en la lectura de textos científicos (expositivos) y de opinión, abordados desde varios enfoques y estrategias: la V de Gowin (1981), donde se consulta por la tesis, los argumentos, conocimientos producidos y la valoración del texto; “Lector competente” de Fernández Rojas, H & Ramírez Gil, R (2011), que lleva al estudiante a que decodifique, infiera, evalúe y aplique su creatividad y capacidad analítica e interpretativa en diversos textos; la adaptación de los planteamientos de Agudín, Y. y Luna, M. (2006) para la promoción de un lector crítico con diversas competencias: cognitivas, para identificar puntos de vista e intencionalidades; lingüísticas y discursivas, para reconocer el tipo de texto, su estructura, funciones y recursos lingüísticos empleados; valorativas y afectivas, para diferenciar opiniones de hechos, realidad de ficción, así como los valores estéticos contenidos en el texto.

Este proceso se dinamiza a través de guías de lectura elaboradas (cartillas) y explicadas por el docente. Los resultados se socializan y valoran en clases. El abordaje y construcción de textos en la propuesta, parte de propiciar una relación dialógica estudiante-texto, desde la lectura selectiva de los aspectos relacionados con su investigación. Los procesos de citación, paráfrasis, extrapolación, intertextualidad e interpretación, permiten al muchacho desarrollar procesos inferenciales que amplían su visión del mundo y de sus competencias lectoescritoras, bien a través de la construcción ensayos, descripciones, relatorías o narración de observaciones, en una dinámica transformadora que va del lector reflexivo al lector competente. Esto lleva a asumir la investigación como un macroproceso de lectoescritura y la escritura como una herramienta fundamental de la investigación. De esta manera se valida lo expuesto por Lemke (1997): “Hacer ciencia significa también escribir y leer; enseñar y aprender a través del lenguaje de la ciencia”.

Desde el punto de vista metodológico se parte de la premisa de enseñar a investigar, investigando (Sánchez Puentes, R. 2014, p. 20). El proceso se estructura en varias fases: primera, sensibilización y concienciación sobre la investigación como herramienta para construir conocimiento y trasformar la realidad. Aquí se involucra al padre de familia como apoyo fundamental al proceso. Segunda, familiarización con herramientas y estructuras pro ciencia: semilleros de investigación, bitácora de campo, normas APA, líneas de investigación de SAMAC, uso de procesadores de texto, acceso a bases de datos, entrenamiento en la lectura y análisis de textos científicos, tablas para organizar documentos leídos y modelos de redacción aportados por el docente o construidos colectivamente. Tercera, formulación del proyecto: tema a investigar, categorías para organizar el estado del arte, planteamiento del problema, justificación, objetivos, marco teórico, diseño metodológico, presupuesto, cronograma y referencias. Cuarta, actividades de campo: aplicación de instrumentos y uso de dispositivos móviles para recuperar información. Quinta, aplicación de competencias de análisis, síntesis, interpretación y argumentación para demostrar los objetivos e hipótesis formuladas y redacción del informe final Sexta, actividad reflexiva sobre aprendizajes adquiridos, logros, retos y proyección del rumbo investigativo en relación con su proyecto de vida y elaboración del ensayo científico. Séptima, y última: socialización de resultados con la comunidad educativa.

En cuanto a la evaluación, el proyecto de investigación se valora como Aplicación de competencias, con un 20% del valor total de la nota de Lenguaje. Las tareas de este proceso se dosifican en fases o componentes a trabajar durante cada periodo académico. Se acuerdan los criterios de logro o nota, atendiendo a la cantidad y calidad de los puntos propuestos. Si al terminar el periodo no se alcanza la meta asignada, se califica con nota de “bajo” (de 1 a 3,0) con el compromiso del docente de corregirla tan pronto el estudiante la haya alcanzado. En el evento desafortunado de reprobar el área en los tres primeros periodos, si el estudiante alcanza las metas propuestas en el último, todas las notas de los periodos anteriores son “modificadas” a una nota de mínimo 3,5 (en escala de 1 a 5). En el caso extremo de reprobar el grado, la flexibilidad del proceso permite que el escolar continúe desde donde quedó su proceso de investigación.

Entre los aprendizajes más significativos en los estudiantes, se destacan el incremento en el pensamiento crítico, lógico, investigativo y creativo de los escolares; mayor interés por seleccionar sus propias lecturas; rápida definición de su meta vocacional; incorporación rápida de las categorías aprendidas en el desarrollo de otras áreas del conocimiento, así como en sus conversaciones cotidianas; mayor fluidez verbal y escrita; calidad en la composición escrita; toma de conciencia de su condición social, política y económica (conciencia de clase); anhelo por acceder pronto a la vida universitaria; más auto respeto y menos propensión a caer en hábitos perjudiciales relacionados con droga, tabaco o alcohol; disminución paulatina de adolescentes embarazadas (2 casos en 2016 y cero casos en 2017); mayor disposición a resolver los conflictos de manera pacífica; mayor respeto hacia las diferencias (raciales, sexuales, religiosas, físicas); disminución del ausentismo escolar y mejores resultados en las pruebas censales. Los egresados se han distinguido en los programas y universidades donde han ingresado, como manifiestan sus padres. Las investigaciones de los chicos sirven de testimonio del trabajo realizado.

Entre los logros e impactos que ha tenido la experiencia a nivel de la institución, la comunidad y el contexto, es grato decir que Aula Investigadora ha promovido la movilidad social desde el aula. Aproximadamente el 94% de los egresados ha continuado su formación superior: técnicos (22,61%), tecnólogos (20%) y profesionales (51,3%). Contamos con médicos, ingenieros, bacteriólogos y docentes graduados que han empezado a poblar una clase media crítica y por lo tanto, deliberante. Por otra parte, se ha alcanzado en promedio (en 2016) la segunda posición como institución oficial en Montelíbano, logramos los mejores resultados en lectura crítica: a nivel local somos los primeros, ocupando el puesto 10 a nivel departamental, y la posición 857 a nivel nacional.

La investigación se ha convertido en un elemento diferenciador de la oferta educativa que tiene SAMAC a nivel local. Los directivos y cuerpo docente han asumido la propuesta como propia y ya se ha empezado a implementarla en toda la institución. Varios egresados de SAMAC forman parte o son monitores de semilleros de investigación de las universidades donde estudian. Una de nuestras estudiantes se graduó, fue contratada por la Universidad de Córdoba y participó en el grupo de investigación del Dr. Patarroyo, alcanzando un logro meritorio por el hallazgo de tiempo de vida máximo del virus de la malaria en reproducción artificial. Frecuentemente recibo comentarios de agradecimiento, directos o a través de familiares, sobre “cómo lo visto en el área les ha ayudado de manera significativa en sus estudios universitarios” o “de estar recibiendo ingresos sin haber terminado la carrera, gracias a las competencias investigativas aprendidas en el colegio”. Testimonios que me llenan de satisfacción por la labor realizada.

Acompañar el proceso formativo de mis estudiantes en el desarrollo de competencias investigativas me exige más tiempo y esfuerzo del que ordinariamente debo cumplir por ley, fuera de mi jornada laboral. Este tiempo es una inversión que gustosamente siembro en la vida de los que en breve estarán en cargos directivos o en mandos medios en el país. Es un honor y un deleite verse atendido y escuchado por el abogado, el médico, la bacterióloga, la enfermera, el ingeniero e incluso el docente al que un día serviste como maestro. Es una realidad que ya estoy viviendo. Necesariamente debo concluir que hacer lo mejor por estos muchachos es también hacerlo para mí mismo, en una suerte de familia aumentada a la que veo crecer en conocimientos, dignidad y autonomía.  

Aula Investigadora me reconcilió con el oficio de enseñar y me ha permitido disfrutar y amar lo que hago. Estudiar a Freire, Vygotsky, Ausubel, Piaget, Flórez, Ochoa, entre otros, me mostró que la docencia no es una labor de mercenarios que venden su fuerza de trabajo, sino un compromiso con la ciencia, la cultura, la pedagogía, la sociedad, el planeta y el mismo Dios. No es fácil hacer investigación en escuelas de frontera, pero vale la pena el esfuerzo si estos chicos de estratos 1 y 2 rompen el círculo de la pobreza y se inserten con éxito en la espiral de una mejor calidad de vida. Esa es la mejor recompensa que uno pueda tener. Ellos nunca más serán pobres si ya saben cómo abordar y trascender la realidad. Es por eso que le apuesto a una epistemología criolla dada a través de la investigación, que permita romper con el discurso hegemónico de las lógicas clasistas que nos ha gobernado, permitiéndonos recuperar la cosmovisión del indio que no destruye su entorno, del ‘negro’ que no renuncia a sus raíces, del ‘blanco’ constructor de mundos y del ‘amarillo’ que domesticó la disciplina. La meta entonces es hacer de la investigación en la vida escolar un camino seguro a la libertad y a la autodeterminación.

 


Carlos Enrique Arias es el Gran Maestro 2019, descargue la propuesta con la que participó en Premio Compartir.


Imagen premiocompartir.org

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Maestro de Lengua castellana en la Institución Educativa San Antonio María Claret, en Montelíbano (Córdoba).
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Luis Fernando Burgos
Gran Maestro Premio Compartir 2001
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