En el marco del Acuerdo Final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera suscrito entre el Estado colombiano y las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), se creó la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, organismo que busca, como su nombre lo denota, esclarecer lo ocurrido en el conflicto armado interno de forma que las víctimas y la sociedad en general conozcan la verdad, promover la convivencia a partir del reconocimiento de lo sucedido y, finalmente, contribuir a sentar las bases para la no repetición mediante un proceso de participación amplio y plural que coadyuve a la construcción de una paz estable y duradera.
En este especial, la Fundación Compartir ha organizado, junto con esta comisión y el Centro de Memoria Paz y Reconciliación, una serie de espacios en los cuales maestros, directivos docentes, expertos y tomadores de decisiones de política pública, conversan y reflexionan sobre el reto pedagógico que conlleva el cumplimiento de estos tres objetivos encomendados.
¿Será la oportunidad de retomar la Cátedra de Historia de Colombia o la oportunidad para que los políticos dejen de querer inventar la rueda cuando diseñan políticas públicas en educación?
La investigadora de educación, conflicto y paz habla en esta entrevista sobre el proceso de postconflicto que vive el país en estos momentos y cómo afrontarlo desde las aulas.
En el país austral no solo se incorporó el respeto a los derechos humanos a los currículos escolares, además se entregaron becas de educación superior a las víctimas.
Uno de los ejes del proceso de paz de en este país, en los años 90, fue la propuesta de una reforma educativa que previniera un conflicto en el futuro. Las intenciones fueron buenas, la ejecución se quedó corta.
La pregunta que se debe plantear el sector educativo colombiano no es si de hecho se debería enseñar la historia del conflicto en las aulas, sino cómo se debe enseñar.