La bioética no debe entenderse como algo paralelo a la formación académica y científica, sino como el espíritu y los valores que animen a la institución académica y a sus educadores.
Logré vincular el aula y la comunidad rural a través de expediciones que marchaban tras la huella de la cultura local en tertulias de lectura que se convirtieron en lugares de encuentro entre los padres, los hijos, los textos y la escuela.
“…Considero que un buen colegio tiene que ver con otras cosas, que no solo lo vinculan con los resultados; el buen colegio no existe, pues como institución es solo una abstracción…”