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Indignante

Colombia le está fallando a la niñez y los colombianos lo observamos impávidamente.

Abril 19, 2016

Colombia le está fallando a la niñez y los colombianos lo observamos impávidamente. Tal vez existen pocos temas sobre los cuales haya tanta claridad y consenso como el hecho de la corresponsabilidad de la familia, la sociedad y el Estado en  el cuidado y en el desarrollo de los niños. No obstante, los colombianos nada hacemos por cumplir con esta obligación.

Es realmente indignante que la desnutrición siga cobrando la vida de los niños en La Guajira sin que se tomen las acciones a que haya lugar para poner fin de inmediato a este horror, y que la huelga de madres comunitarias, que dejó sin atención a miles de niños durante semanas, finalice con un arreglo laboral que es solo una pequeña parte del problema y se dejen sin solución los otros factores que determinan la calidad de la prestación del servicio.

Es escandaloso que el robo de la alimentación escolar en Aguachica solo genere pequeñas sanciones y es inaceptable que en Colombia, según cifras de la Defensoría del Pueblo, se registraran en 2015 más de 18.000 niños abusados sexualmente y que solo entre enero y febrero de este año se contabilicen cerca de 3.000.

¿Qué hacemos los colombianos ante esto? ¿Por qué no hay un pronunciamiento del 80% de la sociedad colombiana en contra de todos esos hechos pero sí lo hay en contra del matrimonio igualitario? ¿Por qué nos parece más importante impedir algo tan personal como con quién se casa cada uno, y en cambio  nos parece poco relevante  asegurar un esquema de cuidado y protección para los niños?.

¿Por qué hacemos grandes escándalos en la redes sociales por la situación de James en el Real Madrid y por la mala cirugía plástica que le realizaron a un famoso, pero nunca lo hacemos por menores que llegan a los hospitales brutalmente golpeados por sus padres? ¿Por qué ponemos colores significativos en los perfiles de las redes sociales para protestar por la violencia del Estado Islámico pero no lo hacemos para pronunciarnos en contra de los hombres y las mujeres que abandonaron a 1.297 menores en 2015 y a 81 más en los dos primeros meses de 2106 (cifras del ICBF)?

¿Por qué salimos a la calle a protestar en contra de la paz, pero no hacemos marchas en contra de las leyes que frenan la adopción y condenan a menores a vivir en la soledad de un orfanato, o en contra de un sistema incapaz de asegurarles a todos atención, cuidado y educación? ¿Por qué no paralizamos el tráfico de las grandes ciudades para pronunciarnos en contra del reclutamiento infantil y en contra de los familiares, amigos y cuidadores que abusan de los menores y los venden a las redes de prostitución?

Claramente, los derechos de la niñez no movilizan a los colombianos. ¿Qué es lo que nos pasa? En Colombia se nos olvida que como país y como ciudadanos tenemos la obligación de darles a todos los niños lo que requieren para desarrollarse como individuos y como miembros de una sociedad. Es obligación de todos asegurarles afecto, recreación, vivienda, salud y educación. Debemos asegurarles un futuro lleno de opciones y entregarles las herramientas que les permitan explorar mundos exteriores e interiores, desarrollar su creatividad y convertirse en ciudadanos constructores de un país desarrollado y equitativo. Para lograr esto se requiere mucho más que la caridad y la buena voluntad de algunos.

Este abril llega con un poco más de lluvia pero con muy poca esperanza para la niñez y, por lo tanto, para Colombia. Con el país envuelto en coyunturas económicas, de paz, de escasez de energía y agua, por mencionar algunas, continuamos olvidando lo importante por atender lo urgente

Aunque hoy pueden encontrarse avances en algunos indicadores de mortalidad infantil, desnutrición, cuidado, entre otros, lo cierto es que tenemos una larga deuda con la niñez colombiana. Le hemos estado faltando durante siglos y hemos guardado silencio. Esto debe terminar. Es hora de asumir seriamente nuestra responsabilidad. Todos los colombianos debemos tomar medidas definitivas y coherentes que acaben de una vez y para siempre con la violación de los derechos de los niños.

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Economista experta en educación.
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Luis Fernando Burgos
Gran Maestro Premio Compartir 2001
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