Usted está aquí

Educar en sexualidad no es opcional

Junio 18, 2012

En efecto, así es. Se quiera o no, cuando una persona adulta interactúa con un niño o una niña, el universo de creencias y de valores que ha construido a lo largo de su vida a propósito de lo que significa ser hombre o mujer, de cómo relacionarnos los unos con los otros, de cómo habitar el cuerpo, cómo mostrarlo, cómo sentirlo, por nombrar apenas una parte de ese gran entramado de significados que los seres humanos construimos en torno a la sexualidad, es transmitido sin ambages a quienes están en esa etapa de la vida en la que se está forjando su personalidad.

Así entonces, la responsabilidad de padres, cuidadores, y maestros en la educación sexual de niñas, niños y adolescentes es algo no solo imposible de delegar, sino que demanda una cuota de conocimiento de sí mismo y de la sexualidad propia. Para ello es necesario preguntarse si las concepciones que tenemos sobre el tema nos han permitido vivir a plenitud esa esfera, tan de vital importancia para el desarrollo de la humanidad, y tomar consciencia sobre aquello que transmitimos. En otras palabras, es fundamental hacer un escrutinio de los efectos que en nuestro propio ser han tenido los mitos y tabús heredados de generación en generación.

Si como lo hemos dicho, educar en sexualidad no es una opción, es tarea ineludible de la escuela en su conjunto, ponerle la cara a esta faceta de la formación de las nuevas generaciones que insta acciones concretas ante las evidentes problemáticas que en la materia vive el país. Así por ejemplo, según Medicina Legal, en 2010 fueron practicados 17.318 exámenes médico legales por presunto delito sexual a personas menores de 18 años (equivalentes al 86% de total de exámenes efectuados) de los cuales 14.294 fueron efectuados a niñas (el 83%), lo que a todas luces muestra una violencia hacia la mujeres que hay que atender. Las cifras sobre embarazo en niñas son también aterradoras: según el Dane (Estadísticas vitales) 164.259 niñas y adolescentes menores de 19 años fueron madres en 2009, y de ellas 6.852 eran menores de 14 años. Se trata sin duda de una realidad que convoca a toda la sociedad colombiana y exige a quienes han optado por la educación, acciones contundentes.

 

Ya lo manifestó la Corte Constitucional en la Sentencia T-440 de 1992:
La introducción del tema o materia de la sexualidad en la escuela no es irrazonable, en cuanto puede intentar reducir el nivel de embarazos no deseados, la extensión de enfermedades venéreas o la paternidad irresponsable. El respeto del derecho de los padres a educar no significa el derecho a eximir a los niños de dicha educación, por la simple necesidad de mantener a ultranza las propias convicciones religiosas o filosóficas.

De igual manera, en la misma sentencia de la Corte, se afirma lo siguiente:
El abandono que se percibe en esta área no se compadece con la trascendencia que la sexualidad juega en la vida individual y social. Si bien se reconoce el papel preponderante de aquí deben desempeñar los padres respecto de sus hijos, es conveniente que la escuela moderna, de manera coordinada con ellos, coadyuve a su esfuerzo, practique una pedagogía que incorpore el reconocimiento y la comprensión cabal de la sexualidad, de suerte que los educandos reciban en cada momento conocimientos serios, oportunos y adecuados y gracias a esta interacción lleguen al pleno dominio de su “yo” y de respeto y consideración humana por el “otro”.

Así las cosas, el reto no es solo para el maestro como individuo, sino para la institución educativa en su conjunto. Como lo manifiesta uno de los articulistas en este ejemplar de Palabra Maestra, todo indica que una institución que propicia la expresión de sus estudiantes y maestros, que favorece escenarios de deliberación, que valora las diferencias y promueve la reflexión sobre los estereotipos sociales, que le apuesta a la equidad de género, que abre la puerta y las ventanas para conversar sobre asuntos relacionados con la sexualidad, que aporta al fortalecimientos de la autoestima de sus estudiantes y que favorece la toma de decisiones autónomas, es una institución que no solo respeta los derechos sexuales y reproductivos de sus estudiantes, sino que ofrece las herramientas necesarias para que forjen su destino según sus propias convicciones.

Pero también sabemos que las acciones deben aportar más allá de la formación que se ofrece en la escuela. Quizás debamos caminar en Colombia hacia un cambio cultural que nos permita mirar de frente esta problemática, hablar de ella, intercambiar puntos de vista, apoyar los debates con conocimientos provenientes de estudios rigurosos, hacerle seguimiento a las estrategias implementadas, hacer públicos los resultados. Mantener silencio no es la solución. 

Boletín de noticias
Registre su correo electrónico para recibir nuestras noticias.
Escrito por
No hay votos aun
Estadísticas: .
Diego Fernando Barragán Giraldo
Gran Maestro Premio Compartir 2004
Invitó a sus estudiantes a armar pieza por pieza un rompecabezas mental cuya imagen final dejaba ver la realidad del país.