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De las ideas individuales a los proyectos colectivos

Una reflexión sobre los procesos bajo los cuales atraviesa un maestro para institucionalizar un proyecto de aula.

 

Septiembre 27, 2017

En el presente escrito se hace una reflexión sobre los procesos bajo los cuales atraviesa un maestro para institucionalizar un proyecto de aula, que muchas veces no se rige bajo los lineamientos curriculares que se han planteado en determinada asignatura.

El maestro se ve limitado en cuanto se considera que su saber está subordinado a diferentes áreas que se encargan de configurar las temáticas, metodologías y estrategias que están presentes en el aula de clase. Es por esta razón que el maestro debe siempre estar en busca de un reconocimiento como intelectual, este no se puede dar si él mismo no reflexiona sobre su práctica pedagógica.

De las observaciones y participaciones en las prácticas y charlas que se han llevado a cabo con los profesores galardonados con el premio compartir al maestro. Se expondrán: las reflexionen que estos hicieron sobre las problemáticas de sus estudiantes, las teorías bajo las cuales sustentan su propuesta, las metodologías que usan para darle forma al proyecto y, por último, cómo durante el proceso de aplicación de sus proyectos de aula estos han sido institucionalizados sus colegios.

Debo empezar diciendo que todo proyecto de aula es una iniciativa como cualquier proyecto de investigación, busca resolver una problemática escolar por medio de una metodología, trabajando con una población específica y sustentada bajo una teoría. Este elemento tan importante, tal vez desapercibido por cada uno de los estudiantes de la cátedra, quienes pasamos muchas veces evitando procesos que incluyan cualquiera de estas palabras por el imaginario social que tenemos de lo difícil que pueda llegar a ser.

La problemática es que, no nos damos cuenta la importancia de la investigación en nuestra carrera con el propósito de dejar de estar subordinados por otras áreas. 

Los foros a los que asistí y las clases que puede observar de los profesores galardonados con el premio compartir al maestro este semestre, encontré que hay siempre hay un punto en común en cual cada uno de estos profesores converge, y es la preocupación por cambiar la forma de enseñar un saber que la mayoría de las veces no es real al contexto de los jóvenes, porque como profesores no nos hemos cuestionado lo suficiente o simplemente, como Silva (2013) afirma es:

Una manera de sobrevivir en el mundo de la escuela es encerrarse en el salón, como en una jaula con leones, hacer la tarea de repetir durante muchos años las mismas lecciones, hasta que las páginas del cuaderno de apuntes estén irreconocibles y amarillas, o hasta asegurar que los conceptos sean bien respondidos (¿automáticamente?) por los estudiantes en las evaluaciones del colegio o del Estado (p.121).

Esta reflexión del profesor Silva quien dicta clases de ética, la cual muchas veces es ‘‘improvisada, instruc­cionista, moralizante, o una formación ética cantaletosa dogmatizante que se le asigna como relleno a profeso­res que, con excelente voluntad, pero que no tienen elementos para orien­tarla (Silva, J. 2015, p.4). Decidió, separándose un poco de esa ‘‘naturaleza’’ por la que está compuesta la educación en primaria y secundaria, encontrarse a sí mismo con el objetivo de llegar al estudiante.

En un primer momento es el profesor quien cuestiona todo aquello que hace, el propósito de sus clases frente a todos sus estudiantes, el sentido que tiene su práctica pedagógica y su compromiso por la enseñanza. Algo tan sencillo que empieza por una pregunta de autorreflexión como muchas de las que hacia la profesora Ruby:

¿Qué situaciones didácticas debo instaurar en el aula, para que todos los niños avancen como usuarios del lenguaje, independientemente de su desarrollo afectivo, social, cultural y cognitivo? ¿Qué prácticas de lectura, escritura y oralidad, desarrollan mejor el pensamiento de los niños?

Tal vez sea necesario que reflexionemos acerca de nosotros mismos primero: de nuestros actos como profesores, de los propósitos de los temas que enseñamos más allá de los objetivos propuestos. Pues es, si queremos cambiar la vida de los estudiantes debemos primero cambiar la nuestra. La educación ya dejó de ser hace mucho tiempo el lugar donde se encontrar un profesor que ‘‘poseía’’ - como todo un erudito - los conocimientos del mundo y desde el centro del salón los impartía, ahora es necesario ser aquel sujeto que acompaña al estudiante, cuestionándose el mismo para llegar a estar más cerca de la persona que quiere transformar.

Una vez no exponemos como diría Jorge Larrosa (2003) a todas estas inquietudes sobre el espacio en el cual nos encontramos o las falencias que vemos en nuestros estudiantes y no las pasamos desapercibidas, vamos construyendo aquello que queremos lograr no solo para nosotros mismos sino más que todo para los estudiantes.

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Escrito por
Estudiante de la Licenciatura en Lengua Castellana, inglés y francés de la Universidad de La Salle.
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Laura María Pineda
Gran Maestra Premio Compartir 1999
Dar alas a las palabras para que se desplieguen por la oración y vuelen a través de los textos para que los estudiantes comprendan la libertad del lenguaje.