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El desafío de la educación en arte en el contexto colombiano contemporáneo

Reflexiones para compartir con educadores de las artes

Mayo 22, 2017

De acuerdo con expectativas para la educación artística nacional en cuanto contribuya al incremento de la calidad de la vida afectiva y ciudadana de nuestros niños, niñas y jóvenes, es nuestra responsabilidad como maestros de arte estar cada día más preparados para que los menores, recién llegados a nuestra comunidad adulta, se descubran a sí mismos sensibles e imaginativos, comunicativos y confiados, animados y habilitados para vivir expresiva y creativamente su experiencia cotidiana, siendo capaces de penetrar apariencias, de leer símbolos, de develar significados, de disfrutar y reconocer con emoción valores estéticos, artísticos y culturales actuales y ancestrales. La educación artística debe garantizarles su formación como ciudadanos libres, solidarios y democráticos, competentes para impregnar con nuevos sentidos el universo cultural al que pertenecen.

Los maestros de arte estamos llamados a motivar, apoyar y orientar mediante la educación artística, el camino que toman los impulsos creativos de los estudiantes cuando experimentan sensitiva y emotivamente la vida de la que son parte, de modo que puedan cualificar y desarrollar plenamente su ser inteligente y libre. No olvidemos que la vivencia particularmente sensitiva que provee la experiencia estética despierta un tipo de sabiduría especial que forma criterio, da libertad interior y activa la imaginación creativa, siendo esencial  a la significación y valoración de la experiencia cotidiana. Tengamos presente que al experimentar la realidad agudizando la atención estética (emotiva aptica, visual, táctil, auditiva, olfativa, degustativa), en la contemplación del universo al que se pertenece, el sujeto adquiere un tipo particular de sabiduría de la que brotan intuiciones, evocaciones, fantasías, imágenes que se transmiten en síntesis poéticas “impredecibles, lo que viene siendo el corazón mismo de la creación artística.  Observemos que la interacción y transmisión de sentido que sucede desde la visión interior de cada uno implica una ética y lleva a la construcción de significados compartidos, a la construcción de identidad cultural.

Invitemos a nuestros niños, niñas y jóvenes a trabajar por proyectos que promuevan su sensibilidad estética, su creatividad y su identidad cultural. Proyectos que los entusiasmen. Olvidémonos de “planes de temas” escogidos por los maestros; o de dar “libre expresión” a los estudiantes sin derroteros para el intelecto; o de iniciar procesos de aprendizaje con discursos eruditos que al maestro le parecen importantes, sin saber qué sentido puedan tener para el grupo de estudio; o de  ejercicios de tipo recreacionista, u otras formas en las que creamos que estamos  “transfiriendo conocimiento”, sin caer en cuenta que la formación en arte debe promover un diálogo pedagógico como actividad cognitiva y creativa en sí misma. Un diálogo como terreno fértil para promover la imaginación creadora, en el que se fragüen prácticas artísticas  novedosas; en el que maestros y estudiantes se descubran a sí mismos sorprendidos  con el descubrimiento de lo que va sucediendo en el camino del aprendizaje.

Trabajemos por proyectos después de darle la palabra a los estudiantes, o los medios para que expresen y encuentren intereses que los motiven, y encontrar así, en grupo, problemas estéticos, artísticos y culturales que ellos mismos identifiquen como significativos; exhortémoslos a concebir una visión interior y a sostener un diálogo consigo mismos sobre las dificultades que intuyen, contemplándolas; motivémoslos a imaginar y probar soluciones mediante ensayo y error; a decidirse por la búsqueda de una solución que vean acertada y a concretarla; a revisar críticamente los resultados, comentarlos con compañeros y contrastarlos con experiencias y concepciones de otras personas en el mismo campo, actuales o del pasado; invitémoslos a corregir, ajustar y proyectar sus logros a la comunidad, así que sus producciones adquieran valor cultural.

Teóricos de la cultura contemporánea, como Umberto Eco, por ejemplo, subrayan la necesidad de que las nuevas generaciones desarrollen su experiencia estética, habilidades perceptivas, y el manejo de lenguajes metafóricos y simbólicos,  para formar lectores visuales y escuchas con conciencia crítica frente a los nuevos medios y a la interculturalización veloz que se vive.

Recordemos que una auténtica cultura depende de la capacidad que tengan los ciudadanos de contemplar, simbolizar, transformar cualitativamente, apreciar y cuidar las interacciones que sostienen entre sí y con el entorno natural y cultural, siendo conscientes de su devenir histórico. Comunidades indígenas de nuestro país nos llaman la atención sobre el tejido como arte - signo de la vida diaria de la comunidad; como acto que nos enseña a comprender que tejer un objeto (y el objeto mismo como arte-facto), significa entrecruzar de manera integral las fibras de nuestros cuerpos, de nuestras vidas, de la madre naturaleza, de nuestro lenguaje, de nuestros derechos y de nuestro pensamiento mítico de los orígenes.

Descubriendo el mundo a través de la creación artística así, de maneras afectuosas, sensitivas e imaginativas en el escenario vital en el que nos encontremos, y reconociendo el significado que tenga para el presente la creación y los creadores que nos antecedieron, podremos salvaguardar las culturas tradicionales, aprehender otras y motivar la creación en el contexto de la interculturalidad. Sólo entonces los maestros de artes podremos contribuir a darles sentido a los lazos que nos unen y superar los estados denigrantes de inequidad y mutua destrucción en los que nos encontramos en tantos lugares de Colombia, para enaltecer el valor de la vida entre nosotros y recibir a nuestros niños y jóvenes en comunidades esperanzadoras, confiadas y felices, siendo competentes para impregnar con nuevos sentidos el universo cultural del que empiezan a formar parte.

Lea el contenido original en Entre Las Artes.

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Escrito por
Maestra en Bellas Artes de Universidad de los Andes
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Carlos Enrique Sánchez Santamaria
Gran Maestro Premio Compartir 2011
Con el apoyo de las tecnologías logré que los estudiantes convirtieran el pasado de exclusión que vivió éste municipio lazareto en un pretexto para investigar, conocer la historia y conectarnos con el mundo.