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Celestin – Freinet (1896-1966)

Un pastor que siempre quiso ser maestro. Un campesino que lleno de curiosidad la escuela. Un obrero que hizo divertido el trabajo. Una pedagogía ingeniosa.

Mayo 7, 2019

El paso del siglo XIX al siglo XX se puede caracterizar por profundos cambios en la visión de lo que es enseñar y en lo que significa aprender.  En primer lugar, por la fuerza que toman los estudios sobre lo que es la vida. Ha habido un escándalo por la teoría de la evolución de las especies de Darwin. Aparecen los estudios de biología, se consolida científicamente la medicina. La psicología se despliega asombrosamente por distintos campos: se formula la psicología del aprendizaje, la psicología experimental, la psicología del desarrollo, se formula el psicoanálisis por parte de Freud y después por Lacán. Los primeros años del siglo XX son los años de las ciencias de la vida: biología, medicina y psicología nos han hecho caer en la cuenta de lo que es el hombre, de lo que constituye a una mujer: somos ante todos, seres orgánicos necesitados de cuidados y atención particular.

 Somos organismos: organismos biológicos, organismos psíquicos. Somos también organismos de un medio. Dependemos del medio, nos adaptamos a él, lo modificamos; el medio también nos modifica. Órganos y medio interactúan hasta tal punto que somos un ecosistema con él, una sola casa. Entonces, Piaget nos dirá que la inteligencia se desarrollaría como un organismo, por etapas, como todo organismo, hasta alcanzar una madurez. Así la pedagogía empieza a hacer construida desde el conocimiento que se tiene de la vida biológica.

En segundo lugar, vivimos en el paso del siglo XX la consolidación de las luchas obreras. Los pueblos adquieren conciencia de los derechos sociales: los derechos al trabajo, a la seguridad social. Derechos que se luchan, derechos que se consiguen, derechos que se cuidan. Estamos viviendo lo que se llama la “cuestión obrera”, la “lucha de clases”.  El trabajo no es sólo un asunto económico, el trabajo, es también, un problema de conquista de la historia. Está la conciencia de que quien trabaja se hace gestor de su historia, sujeto de una historia nuevo: cada hombre y cada mujer con su trabajo marca su carácter el mundo.  Mientras que los gobiernos del mundo se preparan para iniciar una guerra, los obreros del mundo se unen para oponerse a ella. El líder más famoso es Jean Jaurès. Es un obrero francés a quien el mundo sigue. Debido a que se oponía al inicio de la Primera guerra mundial es asesinado en Paris; y los obreros son llevados a la masacre mundial. La lucha obrera por la paz, es derrotada. 

En este contexto nacen y viven Celestin Freinet y Élise Lagier-Bruno, Los esposos Freinet. Amigos de Ferriere y de la Escuela nueva pensaron que se necesitaba una educación que atendiera estos cambios, una educación que fuera “técnicas de la vida”, una educación donde el trabajo fuera su desencadenante y su inspiración. Una escuela, no del encierro, sino una escuela abierta, un espacio de acción, curiosidad, trabajo, cooperación; emociones, sentimientos: aparece, así,  la escuela activa.

La Primera Guerra mundial, sorprende a Freinet de 19 años. Participa como soldado y es herido en un pulmón. Nunca se recuperó totalmente. Hablada muy suave y no podía gritar. Freinet anota: esto fue una ventaja, quería ser maestro y no podría gritar; entonces, tenía que volver la clase activa “para suplir mi falta de voz”.  Quiere trabajar de inspector de escuelas, pero no pasa el concurso. También tiene diferencias con Ferriere y se aparta un tiempo de la pedagogía. Es líder sindical de una empresa electrificadora y, ahí, organiza a los obreros. Esto lo hace sospecho del gobierno y lo llevará preso durante la ocupación Nazi de Francia.

Durante la Segunda Guerra Mundial fue llevado a un campo de concentración, a punta de trabajos forzados, pensada que el trabajo podría ser propuesto como una elevación del hombre y no como un mecanismo de explotación o de humillación. Ahí se piensa unos de sus pilares pedagógicos fundamentales: “la educación por el trabajo”. Freinet buscaba sacarles partido a las situaciones adversas. Leía siempre la vida.

Cuando tenía 30 años se casa con Elise. Entonces ella, se llamará Elise Freinet.  Una pareja que pasaron de la escuela de los libros y de la memoria a la escuela activa, a la escuela del trabajo y del juego. De la escuela de la directividad a la escuela de la cooperación. Se trataba de una escuela que no se ahorraba de recursos. La pedagogía se volvió ingeniosa:

“No vamos de excursión”. Los esposos Freinet se iban de paseo con los estudiantes y les hacía preguntas curiosas.  Los esposos Freinet les preguntaba, por que cantan los pájaros, por qué están floreciendo los árboles. Ellos tenían que ir a casa y preguntar. Así se mezclaba la tradición popular y las construcciones científicas en el aula. Era la conexión de familia y escuela.

“La cooperativa escolar”.  Llevar las cuentas. Cuanto se recibió, cuanto es la ganancia. Cómo se entregaban las cuentas a los compañeros que lo recibían. Cuanto se ganaba al año.  Desarrollaba las matemáticas con situación real.

“los talleres”: Aquí los niños aprender a pesar, a medir, a comparar, luego, las representan a través de números.  Las matemáticas no partían de la representación gráfica del número. El niño primero compara, agrupa, desagrupa. Solo al final aparece el número. De esta manera, el niño lleva al pensamiento científico y abstracto enfrentándose, primero, a cantidades concretas.

“La parcela escolar”: Cada parcela tenía el nombre del niño; cada niño les ponía el nombre a las verduras y se comprometía a cuidarlas. En una libreta van registrando como crecen las hortalizas.

“El periódico escolar”: Los esposos Freinet lograron que los niños contaran las propias historias, sus historias, la historia de su gato, la de su tío que los visitaba, los cuentos de su abuela, lo que hicieron el fin de semana. Esto dio también al uso de la imprenta. Los mismos niños organizaban el periódico, manejaban la imprenta, distribuían el periódico.

“La correspondencia escolar”: Los niños se escribían cartas entre ellos. También escribían cartas a otras escuelas. De esta manera la escritura tenía un sentido vital para cada niña y cada niño.  

Esta pedagogía ingeniosa, hecha de paseos, huertas, salones, talleres, imprenta, periódico, cartas la llamaron, los esposos Freinet, “técnicas de vida”.  No es un modelo pedagógico, no es una metodología. Querían que fueran técnicas de vida que se van cambiando, utilizando de acuerdo a los intereses del niño, a las formas como el maestro y la maestra lograban vincular a cada uno con los compañeritos, con el medio, con la existencia.

Con los esposos Freinet, Elise y Celestin, tenemos el inicio de la educación popular, de la escuela activa. La escuela no adaptaría a los estudiantes a la vida social, la escuela reinventaría la vida social.  La escuela sería el momento en que la sociedad es inventada con ingeniosidad, cooperación y trabajo.  

Palabras clave: escuela activa, educación por el trabajo, educación popular. 

 

Rafael Reyes Galindo
[email protected]
Facultad de Educación
Pontificia Universidad Javeriana

 

 

   

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