Educar implica formar seres humanos y proyectar nuestras ideas a la superioridad. Esto no se logra a punto de ciencia, sino apunto de conciencia ética.
En nuestra práctica pedagógica tiene que haber campo para la reflexión, de manera tal que los estudiantes se sientan cómodos a la hora de contar experiencias e historias.
Logré vincular el aula y la comunidad rural a través de expediciones que marchaban tras la huella de la cultura local en tertulias de lectura que se convirtieron en lugares de encuentro entre los padres, los hijos, los textos y la escuela.
Se ve necesaria una pedagogía en la cual los estudiantes se preocupen no solamente en la obtención de una nota, si no que sientan, vivan y reflexionen.
Hay veces en que la educación se convierte en fabricación o domesticación cuando de tiende a hacer lo mismo que Pigmalión: “buscar dar vida” a lo que fabrica.
Muchos pedagogos en Colombia afirman que se están omitiendo pasos en una verdadera reforma educativa, en donde se necesita una reestructuración de educación.
La práctica pedagógica debe ser un espacio en el que el profesional o el maestro en formación puedan proyectar visiones que integren a toda la población en espacios lúdicos.
La escuela desde siempre ha sido el eje fundamental de la sociedad desde la antigüedad y es en este momento crucial para el país donde esta juega el papel emancipador.