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El muro de la expresión y la convivencia

Un escenario que, manteniendo la característica de la libre expresión, sirve como una poderosa herramienta de comunicación y socialización. 

Junio 29, 2017

En 1991 se inició una de las conquistas más importantes del pueblo colombiano: la proclamación de una Constitución basada en el respeto por los Derechos Humanos, donde, desde un ambiente democrático, se genere el progreso necesario que conduzca a la justicia y la paz.

En su Artículo 41, la Carta Magna invita a que: “En todas las instituciones de educación oficiales o privadas sea obligatorio el estudio de la Constitución”, para conocerla, comprenderla y aplicarla desde los espacios escolares.

Sin embargo, no hay un método de enseñanza, diferente del tradicional, que facilite acceder y transmitir pedagógicamente el conocimiento de la Constitución y, por ende, de los Derechos Humanos. Esto se recalca en el Artículo 67, donde se hace énfasis en que uno de los aspectos más importantes de la educación es la formación en el respeto de estos derechos, la paz y la democracia.

Además, en el Numeral 2 del Artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, dice: “La educación tiene que apuntar al pleno desarrollo de la personalidad humana y a un refuerzo del respeto por los Derechos del Hombre y por las libertades fundamentales”.

De la misma forma, la educación tiene la responsabilidad de propiciar los espacios necesarios para sentar las bases que habrán de construir un ser humano renovado y autónomo, capaz de tomar decisiones de una manera responsable, compartiendo con los demás seres valores y sentimientos de afecto, respeto y amor, como elementos para concebir una sociedad cuyos pilares sean la tolerancia, la cooperación y la libertad.

Por esta razón, resulta indispensable atender la necesidad de construir propuestas pedagógicas innovadoras y modernas en los establecimientos educativos, que sean utilizadas como medios para cimentar el conocimiento y la comprensión de lo que es la convivencia y los Derechos Humanos.

El colegio Virginia Gutiérrez de Pineda, IED de Bogotá, considera necesario apoyar la propuesta pedagógica del “Muro de la Expresión y la Convivencia”, para dar a conocer los Derechos Humanos a sus estudiantes y no solo cumplir con uno de los fines de la Ley General de Educación, Título 1 Art. 5, relacionado con la: “formación en el respeto por la vida y por los demás Derechos Humanos”, sino propiciar así un ambiente de progreso y paz donde la violación de los derechos sea la excepción y no la regla.

Por eso en nuestra comunidad educativa soñamos con una escuela en la que el respeto por las diferencias de las personas, la solidaridad entre sus miembros, la realización de los sueños, el optimismo y la esperanza sean una realidad. No ha sido fácil introducir estos principios, las ideas asociadas con la discriminación, el individualismo, el fracaso y el pesimismo han impactado a nuestros estudiantes, sembrando en ellos desmotivación, violencia y desesperanza.

Ese sueño, unido al deseo de algunos docentes de construir un espacio que dinamice la convivencia pacífica y la promoción de los Derechos Humanos, dio como resultado el nacimiento del Muro de la Expresión y la Convivencia.

Se concretó un sueño que hoy en día es realidad. Inicialmente el muro se dio como espacio de libre expresión para toda la comunidad educativa, y luego, poco a poco, se convirtió en un escenario que, manteniendo la característica de la libre expresión, sirve hoy en día como una poderosa herramienta de comunicación y socialización a través de muros temáticos, aplicando lo que el Artículo 20 de la Constitución afirma en cuanto a que: “se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información”, permitiendo que los educandos apliquen el articulo a través de nuestra propuesta de innovación pedagógica.

La idea del Muro de la Expresión y la Convivencia se fundamenta desde el ánimo de articular una nueva propuesta pedagógica más cercana a los intereses de los estudiantes, quienes, luego de las actividades de sensibilización, reiteraron su deseo de tener un espacio para su libre expresión.

Esperamos que sea un proyecto que tenga continuidad y sirva, no solo como medio de comunicación y reflexión, sino como mecanismo para abordar los problemas de la comunidad y que enaltezca y dignifique al ser humano, tocando en un futuro temas sugeridos por quienes hacen posible el cambio a diario.

Por lo anterior, surgió la necesidad de desarrollar un proyecto que propendiera por permitir la libre expresión de toda la comunidad educativa, limitado solamente por el respeto hacia los demás, para que fuera útil para socializar diferentes puntos de vista y tendencias de diversas opciones de vida y de convivencia pacífica. La pedagogía ha consistido, generalmente, hasta la aparición de nuevas teorías y sistemas renovadores, en una instrucción metódica: impartir conocimientos al educando, separados por temas, de todo lo que puede llegar a necesitar para desenvolverse en la vida.

Sin embargo, la principal función del educador es la de proporcionar condiciones necesarias para el desarrollo de hombres íntegros, pues si se quiere una sociedad justa para todos, se debe empezar por orientar a los alumnos en el conocimiento de la convivencia pacífica y de los Derechos Humanos. En manos de nosotros, los educadores, está la formación integral de los futuros ciudadanos, que tiene un sitio definitivo dentro del proceso educativo, la ense- ñanza de los Derechos Humanos y la democracia.

La formación de verdaderos ciudadanos es más profunda que otras disciplinas que pueden reducirse a la capacidad de responder acertadamente cualquier pregunta oral o escrita. Este proceso debe estar integrado a la vida cotidiana y al estudio y práctica de la convivencia pacífica. Una consideración importante a tener en cuenta es la de no basar el proceso en los errores, ensayos y prejuicios de los adultos, que de una u otra manera ya han recorrido un camino y, aunque pueden aportar elementos valiosos, también pueden convertirse en agentes estáticos o repetir concepciones que con el tiempo, y nuevas vivencias, requieren de otras propuestas, tales como el proyecto del muro de la expresión y la convivencia.

En el proceso de enseñanza aprendizaje, nuestro objeto de estudio es el nexo entre las palabras y la realidad, pues allí los alumnos plasman sus sentimientos, pensamientos, opiniones y juicios de valor, los mismos que les permiten enaltecerse y dignificarse como futuros ciudadanos. El Muro de la Expresión y la Convivencia sirve también a los educadores como herramienta para facilitar a los educandos la construcción de sus conocimientos y la vivencia de los valores cívicos, patrióticos, religiosos, culturales, sociales, éticos, estéticos, y epistemológicos, entre otros.

A su vez, resulta útil para aproximar al alumno a la realidad de lo que se quiere enseñar, ofreciéndole una noción más exacta de los hechos en su colegio, en la localidad, en Colombia y en el mundo, y que son consultados y plasmados en nuestro objeto de estudio por los mismos estudiantes. La libre expresión ha permitido un contacto más cercano con diferentes formas artísticas. A los más pequeños les ha posibilitado el acceso a técnicas artísticas y de expresión corporal que no están contempladas en el currículo y para las cuales el tiempo del aula no es suficiente.

Los más grandes han hecho verdaderos derroches de creatividad. La expresión artística sale del muro, se vuelve lenguaje, concepto, construye conocimiento; cada quince días se esconde y vuelve a aparecer de otra manera. Estimula la inteligencia: La creatividad es la máxima expresión de la inteligencia humana. El muro es un proceso, un camino. Las primeras manifestaciones expresivas de nuestros estudiantes fueron una voz que pedía a gritos ser escuchada, tenida en cuenta.

Textos gráficos y escritos manifestaban sus inquietudes y el deseo de conocer sobre temas distantes de los planes de estudio tradicionales: drogadicción y alcoholismo, embarazos a temprana edad, relaciones sexuales entre jóvenes, aborto legal e ilegal, enfermedades de transmisión sexual, métodos de planificación familiar, tribus urbanas, culturas juveniles, religiones, culto y fanatismo, consumismo y medios de comunicación, movimientos revolucionarios, luchas de clase, terrorismo de estado, desempleo, barras bravas, violencia de género, métodos alternativos de solución de conflictos, entre otros.

Como propuesta metodológica, el muro ha permitido debilitar las barreras del tiempo y los horarios: Esta ahí las 24 horas del día, los 7 días de la semana; las barreras del salón de clase: es el aula más grande del colegio; las barreras del plan de estudios: allí convergen las más variadas temáticas y los más opuestos puntos de vista; la clase de ciencias y la de sociales, la de artes y la de matemáticas, la de deportes y la de tecnología, la de lenguas y la de filosofía, se han plasmado en el muro desde una mirada armónica e interdisciplinar.

La diferencia es lo que nos une. Cada día nos encontramos cerca de 2.200 niños, niñas y jóvenes, un centenar de adultos y otro tanto de visitantes ocasionales. El Colegio abre sus puertas en el barrio Gloria Lara de la localidad de Suba, y acoge juventudes de los sectores de la UPZ El Rincón, en la que predominan los estratos 1 y 2. Nuestros vecinos son gente humilde y trabajadora de diferentes partes del país que migró, voluntaria o forzadamente, en busca de mejores oportunidades, encontrando que la vida marginal en la ciudad no es tan fácil como la imaginaban. El desempleo, la falta de oportunidades, el alto costo de la vida, la inseguridad, la desesperanza, entre otros, dejaron ver un lado rudo de nuestra ciudad.

Sus hijos son nuestros estudiantes, víctimas y reproductores de estas problemáticas, y por esto mismo vulnerables ante la drogadicción, la delincuencia y el vandalismo. La conformación de las familias de nuestros estudiantes dista de lo que tradicionalmente se nos enseñó. Ausencia de uno o los dos padres, niños a cargo de abuelos, tíos, hermanos u otras personas, no son casos aislados en nuestro contexto.

Lea la experiencia completa en este enlace.

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Escrito por
Docentes del Colegio Virginia Gutiérrez de Pineda en Bogotá, Colombia.
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Hoguer Alfredo Cruz Bueno
Gran Maestro Premio Compartir 2009
Logré vincular el aula y la comunidad rural a través de expediciones que marchaban tras la huella de la cultura local en tertulias de lectura que se convirtieron en lugares de encuentro entre los padres, los hijos, los textos y la escuela.