Aquí los problemas ya no se centran en los mecanismos de procesamiento y recuperación de la información, sino en la forma como las personas comparten recuerdos.
Un elemento que ayuda a dar una mirada a la memoria y a la educación diferente, para no quedarnos en intensiones y referentes esquizofrénicos de la frialdad y auto compasión del ser humano.
Dar alas a las palabras para que se desplieguen por la oración y vuelen a través de los textos para que los estudiantes comprendan la libertad del lenguaje.
El ejercicio de la memoria para la reconciliación, la formación en la justicia restaurativa y en la crítica de sí mismo, son condiciones insoslayables en la educación para la paz.
La pedagogía debe ser cómplice del recuerdo, trabajar sobre los recuerdos y buscar en ellos sus principios fundamentales para poner el acento de la formación humana en la capacidad para aprender de la historia a través de los relatos y narraciones de quienes fueron sus protagonistas.