La delincuencia juvenil involucra y refleja toda la problemática social, cultural y económica de un país, y sus relaciones con la escuela no pueden escamotearla ni aislarla.
Las historias de vida no solo son una técnica de investigación social, también pueden constituirse en una importante estrategia formativa cuando se plantea en términos prospectivos y ficcionales para realizar cambios en el rumbo de nuestras vidas y organizar la experiencia de múltiples formas.
El mal, entendido como el drama de la libertad humana, constituye uno de los mayores retos de la educación ético-política y estética. Se requiere, entonces, maniqueísmos aparte, una conceptualización clara y profunda de sus implicaciones para su manejo pedagógico y formativo.