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Colombianidad: discurso, memoria e identidad

¿Es posible afirmar el concepto de colombianidad desde discurso, memoria e identidad? Este artículo, desarrollado en los barrios Bachué, Villa Cristina y Luis Carlos Galán, gira alrededor de la pregunta.

Junio 5, 2020

Introducción

Este ejercicio se origina en la necesidad de afirmar la existencia de la identidad nacional y la colombianidad en relación con las realidades de los sujetos que habitan los barrios Bachué, Villa Cristina y Luis Carlos Galán, ubicados en la localidad de Engativá (Bogotá D. C.). En este sentido, no es anecdótico analizar la denominación de los barrios, pues paradójicamente Bachué hace referencia a la diosa muisca, el nombre Villa Cristina rememora la Colonia y Luis Carlos Galán recuerda al político liberal asesinado en 1989. Los anteriores elementos son transversales en la conformación de la identidad nacional: lo mítico, lo colonial e histórico.

Teniendo en cuenta que la educación es acción trascendental, cobra sentido reflexionar en la escuela sobre las prácticas, formas de comunicar y los medios para generar convivencia en los individuos. De este modo, se visibilizan los imaginarios de nación que surgen de la genealogía de un pueblo establecido en épocas precolombinas, toma forma en la Colonia con el mestizaje y se enraíza a su vez en la hispanidad, dando como resultado la base popular nacional.

En síntesis, esta investigación se desarrolló desde miradas que aportan al entendimiento de la cultura colombiana en una organización que recoge las relaciones entre la historia del colegio, el barrio y el país, las prácticas ciudadanas, las ritualidades nacionales y barriales, los regímenes de representación y las formas del lenguaje en Colombia.

Antecedentes

En relación con lo anterior, al tratar de dilucidar los imaginarios de colombianidad, asumidos como ideas sin fundamento desde sectores de la academia local, en las cuales no cabe la posibilidad de una identidad nacional única, parece ser que surgen en cada momento histórico muchas identidades.

Así, fue útil revisar el trabajo académico desarrollado por S. Castro y E. Restrepo (2008), el cual niega la posibilidad de una nacionalidad homogénea, defendiendo unos regímenes de colombianidad que pugnan por el establecimiento de un lugar y un tiempo determinado, donde la influencia de lo regional ha cobrado un peso histórico que no permite hablar de unidad.

Con mayor vehemencia, J. O. Melo (2006) desarrolla una fuerte crítica contra la idea de la identidad nacional, haciendo un preciso recorrido histórico en el cual plantea un debate desde la inexistencia de tal concepto, hasta la profusa aparición de innumerables prácticas y definiciones de la identidad en el tiempo. Esto permite hacer hincapié en la falta de exactitud y objetivos en torno a su búsqueda a través de la nacionalidad colombiana.

Marco teórico

Por los motivos esbozados, la investigación no busca la exaltación de un espíritu que defienda unos símbolos nacionales para la superación de la Violencia, como tampoco es una diatriba ideológica. El ejercicio es una revisión teórica e interdisciplinar de la categoría identidad nacional, sustentada en un país atravesado por unos imaginarios profundos, violentos y arcaicos. De esta forma, la investigación se despliega a partir de cinco líneas temáticas así:

La primera, los imaginarios de origen, corrupción y violencia en la Colombia barrial, describen los umbrales de la comunidad que se relacionan con las transiciones históricas y geográficas del país, precisándose en el análisis que hacen A. Rosas, G. Bellelli y D. Bakhurst (2000) del individuo y lo colectivo para edificar nación. Al tiempo que esa memoria circula el territorio, traza los destinos de la violencia política y la corrupción pública que describen E. Yunis (2003) y M. Palacios (2015) desde posturas genéticas e historiográficas respectivamente.

La segunda, los factores de una ciudadanía primitiva, demuestra el incipiente ingreso del país a la modernidad, más bien arrastrando lastres que provienen de la Colonia y persisten en la República, como lo advierte B. Anderson (1993), con lo cual la barbarie se encarna en fenómenos como la intolerancia o el conflicto armado, demostrando la nula cultura política que define C. Perea (2009) como modelo de un equivocado civismo. Al tiempo que M. Deas (1993) y E. Zuleta (1995) entienden tal desbarajuste en la mezquindad de las elites y O. Rincón (2006) afirma el pobre papel de los medios de comunicación en la educación ciudadana, esos vacíos en torno a la civilización y la modernidad son copados por otras acciones masivas direccionadas a la fiesta y la religión, ante la necesidad de una identidad simbólica.

La tercera, las ritualidades en la barriada y la nación, confirma no solo que el mestizaje es el núcleo cultural del país, sino que se configura la fiesta como uno de los hechos públicos más significativos en la construcción de nación, haciéndose múltiple, colorida, omnipresente y lógicamente violenta. Así, en consonancia con la alimentación, el carácter sagrado de la religión y las formas de producir comunidad, la fiesta se convierte en la opción de incorporación a la civilización, como lo manifiestan N. Elias y E. Dunning (1992).

La cuarta, en los regímenes de colombianidad, Castro y Restrepo (2008) contemplan la proliferación de unos regímenes de representación que se establecen a partir de patrones de hegemonía, poder político, raza, género y región. Tesis validada por C. Rojas (2001) en torno al origen de la violencia política en Colombia, pero controvertida en esta investigación, pues la identidad se define desde otros patrones inexplorados como la inconsciencia o el deseo.

Finalmente, la quinta en colombianidad: lenguajes, pantallas y símbolos, apela al discurso y al aparato simbólico para discernir otras actitudes del sujeto colombiano. En esa medida, J. Gutiérrez (1966) comprende que las formas de comunicar nacionales tienen que ver con la aquiescencia colectiva ante formas viejas y nuevas del crimen, en particular con la cultura narco. Hecho que demuestra Rincón (2006) con las narrativas que discurren por los medios masivos.

Marco metodológico

Partiendo de un enfoque exploratorio-descriptivo, la investigación escolar se ha desarrollado con estudiantes de noveno grado de las jornadas de la mañana y la tarde desde 2016 hasta 2018, quienes realizaron observación de problemáticas barriales. Adicionalmente, se ha generado un acercamiento a la Historia de Colombia: identidad nacional, memoria y Estado, logrando el análisis de dinámicas cotidianas y la observación de fenómenos sociales que identifican el ser colombiano.

En esta circunstancia, se amplió el marco de referencia a través de la cartografía social propuesta por D. Barragán y J. C. Amador (2014), como representación de los espacios físicos y simbólicos de las realidades sociales, articulando la Investigación Acción Participativa (IAP). El ejercicio de observación y levantamiento de los territorios implicó organizar la labor en grupos que recopilaron la información necesaria entrevistando a residentes y observando construcciones, comportamientos culturales y tensiones.

Este ejercicio de investigación fue desarrollado con la comunidad educativa del Instituto Técnico Laureano Gómez (IED), ubicado en la localidad de Engativá, centro que ofrece educación de carácter técnico-industrial a una población de estratos 2 y 3, conformada por familias nucleares, monoparentales y extendidas, cuyos sustentos se obtienen como empleados, vendedores ambulantes y algunos otros con trabajos que requieren formación técnica o profesional. El colegio cuenta con 1.500 estudiantes en dos jornadas y 150 docentes de distintas áreas de formación académica y técnica.

Resultados

Este apartado presenta hallazgos de la experiencia desarrollada y la información recolectada surge del trabajo escolar y la formación del sujeto político. Por ello, fue imperativo reconstruir algunos ejercicios de memoria utilizando la historia de vida en la comunidad de los barrios aledaños al colegio. En principio, a través de momentos de violencia política o exclusión social, relacionados íntimamente con la conformación del barrio y la lucha de largo aliento por sostener un colegio público de carácter técnico-industrial.

Un recorrido por estas narraciones permitió identificar a los fundadores del territorio y las violencias que han padecido históricamente. De otro lado, se discute el nombre de un personaje como Laureano Gómez, quien suma detractores y seguidores propios de la vieja violencia bipartidista. Gómez donó terrenos para la construcción del colegio, sosteniendo así su caudal político, siendo clara su responsabilidad en una dinámica sanguinaria en el país y promoviendo entonces el debate sobre la posibilidad de cambiar el nombre del colegio por la compleja connotación de “laureanismo”.

Debido a la falta de recursos, se produce la construcción irregular que de forma incipiente ha sido legalizada. Por otro lado, en este territorio existen graves problemas ambientales por los grados de contaminación del río Juan Amarillo, al tiempo que el uso del suelo de las barriadas en su mayoría es residencial y habitado por los fundadores, desarrollando actividades comerciales para sobrevivir. El arte callejero se hace presente con el grafiti y el muralismo, plasmando memorias sobre situaciones coyunturales y un sinnúmero de códigos poco explorados.

Conclusiones

Es claro el tejido entre contextos urbanos y región, pues el terror en ciertos lugares de la ciudad que ejerce poderes y fronteras invisibles, ocurre también en zonas periféricas del país. La fragmentación social es visible por la ausencia del Estado, causando que la población esté indefensa y sin posibilidades de organización.

La colombianidad como praxis demuestra que el imaginario religioso distorsiona el compromiso político, congregando alrededor de la emoción y, en consecuencia, convirtiendo la administración pública en caridad. El egoísmo impide pensar colectivamente y el desarrollo de obras de infraestructura está sometido a la corrupción, la indiferencia ciudadana y la resignación.

Es útil establecer que el poder de los medios de comunicación es potente en toda la nación, modelando un ciudadano dócil e instrumentalizado por los poderes hegemónicos. Su influencia evidencia los imaginarios reproducidos frente a la unidad nacional, el modelo económico y los productos culturales.

Finalmente, la colombianidad como expresión del ser colombiano se visualiza en los ambientes festivos, en las dinámicas de masificación como el fútbol, la feria del pueblo o el centro comercial. Comprender esas estructuras psicológicas, sociales y culturales, es la oportunidad para anclar proyectos en la búsqueda de desarrollo sostenible y políticas de Estado incluyentes y, en efecto, la formación de sujeto político, la democracia participativa, la movilización social y la reconciliación nacional.

Referencias

  • Anderson, B. (1993). Comunidades imaginadas: reflexiones sobre el origen y la difusión del·      nacionalismo. México, D. F.: Fondo de Cultura Económica.
  • Barragán, D. & Amador, J. C. (2014). La cartografía social-pedagógica: una oportunidad para producir conocimiento y repensar la educación. Itinerario educativo, 64, 127-141.
  • Castro, S. & Restrepo, E. (2008). Genealogías de la colombianidad: formaciones discursivas y tecnologías de gobierno en los siglos XIX y XX. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana.
  • Deas, M. (1993). Del poder y la gramática y otros ensayos sobre historia política y literatura colombianas. Bogotá: Tercer Mundo.
  • Elias, N. & Dunning, E. (1992). Deporte y ocio en el proceso de la civilización. México D. F.: Fondo de Cultura Económica.
  • Gutiérrez, J. (1966). De la pseudoaristocracia a la autenticidad. Bogotá: Tercer Mundo.
  • Melo, J. O. (2006). Contra la identidad. El Malpensante, 84. Recuperado de: www.elmalpensante.com/autor/115/jorge_orlando_melo
  • Palacios, M. (2015). Colombia en el mundo. En E. Posada Carbó (Dir.), Colombia: la apertura al mundo (1880-1930). Bogotá: Fundación Mapfre & Taurus.
  • Perea, C. (2009). Cultura política y violencia en Colombia: porque la sangre es espíritu. Medellín: La Carreta.
  • Rincón, O. (2006). Narrativas mediáticas o Cómo se encuentra la sociedad del entretenimiento. Barcelona: Gedisa.
  • Rojas, C. (2001). Civilización y violencia: la búsqueda de la identidad en la Colombia del siglo XIX. Bogotá: Norma.
  • Rosas, A., Bellelli, G. & Bakhurst, D. (2000). Memoria colectiva e identidad nacional. Madrid: Biblioteca Nueva.
  • Yunis, E. (2003). ¿Por qué somos así? ¿Qué pasó en Colombia? Análisis del mestizaje. Bogotá: Bruna.
  • Zuleta, E. (1995). Educación y democracia: un campo de combate. Bogotá: Corporación Tercer Milenio.

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Escrito por
nvestigadora y docente de la Secretaría de Educación de Bogotá. Escritor, investigador y docente de la Secretaría de Educación de Bogotá.
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Jaqueline Cruz Huertas
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