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Cuando ganan los varones y se rezagan las mujeres pierde el país

Es casi contradictorio que, hoy por hoy, cuando todos al unísono hablamos de la educación como base del desarrollo económico y social se sigan manteniendo estereotipos de género que condenan a la educación a la mediocridad y a la desigualdad.

Marzo 26, 2015

En los Confidenciales de la Revista Semana en su edición de marzo 22 a 29 de 2015, sale un titular: Ganan los Varones. En éste, de manera sucinta, se revelan algunas estadísticas de un estudio de la OCDE, en donde Colombia de los “60 países analizados tiene la mayor brecha del continente en los que se refiere a los resultados académicos de los niños y las niñas en los colegios.” Algunos de los resultados son: en matemáticas los niños sacan 25 puntos por encima de las mujeres y en ciencia 20.

Lo que no entiendo, es porque dicho estudio no ha tenido mayor divulgación y un mayor análisis. En la medida en que hoy, todos al unísono, decimos que la educación es la base del desarrollo económico y social, resulta paradójico que la calidad educativa, cuando se trata de las mujeres, está condenada a la mediocridad, a los estereotipos de género y al atraso en la estrategias innovadoras de enseñanza. No en vano la propiedad privada sigue estando concentrada en los hombres, y esto no sólo se debe a que otrora fueran ellos los sujetos de derecho con posibilidad de comprar y vender bienes muebles e inmuebles, sino a que las brechas salariales son tales, que la posibilidad de acumulación a lo largo de los años, es mucho menor para las mujeres. “Los datos disponibles de propiedad de la tierra, permiten ilustrar nuestro punto central: la distribución de la propiedad de la tierra en América latina es extremadamente desigual, con la mujer solo por excepción representando más de una cuarta parte de los propietarios.”1 Entre las razones por las cuales sucede esto, encontramos la dificultad por parte de la mujer de acceder al sistema crediticio y otra vez a un sistema educativo que segrega y educa con mucho menos rigurosidad a las mujeres que a los hombres, teniendo repercusiones directas en el acceso al trabajo y al desarrollo profesional.

“…No sólo se debe promover la democratización de la educación por estratos socioeconómicos, también una democratización real y efectiva en la cual se garantice una enseñanza con equidad para las mujeres…”

Este proceso se repite una y otra vez como un ciclo del eterno retorno, anclando a las mujeres en trampas de pobreza y a la vez eternizando los ciclos de violencia, que tienen que terminar. Y es acá donde entra a jugar una ecuación importante, el desbalance entre hombres y mujeres en el aprendizaje es uno de los elementos que determina la orientación vocacional para el trabajo de unos y otros; en este orden de ideas, es a la vez el que lleva a un significativo resultado en las brechas salariales entre hombres y mujeres y termina afectando la capacidad de acumulación de riqueza de nosotras.

En varios estudios se ha afirmado que “si la mujer participa más en el mercado laboral de un país, la economía podría crecer entre un 10 y un 25 por ciento, y que de fomentarse la plena inclusión económica de la mujer en las áreas rurales, la producción agrícola mundial crecería entre el 2,5 y el 4 por ciento, lo que sacaría de la pobreza a cerca de 150 millones de personas.”2 Pero estas condiciones no se van a dar de manera fortuita, el estudio revelado por la OCDE indica una necesidad inmediata de intervenir en los modelos educativos del país, no sólo promoviendo la democratización de la educación por estratos socioeconómicos, sino mediante una democratización real y efectiva en la cual se garantice una enseñanza con equidad para las mujeres.

Los docentes juegan un papel muy importante, tal vez son los llamados a desarrollar procesos de inclusión y modelos pedagógicos incluyentes que promuevan la movilidad social de todos los miembros de nuestra sociedad, lo cual sin lugar a dudas incluye a ese 51.7% de la población: Las mujeres.

Son los maestros y maestras de nuestro país los que tienen que empezar a evaluar cómo educan a nuestros niños, niñas y adolescentes y cuan permeados están por esos estereotipos y construcciones sociales que ha determinado a través de la historia las fortalezas de hombres y mujeres.

 


[1] Artículo “The Gender Asset Gap: Land in Latin America”, World Development, Vol. 31, No. 6, June 2003: 925-947, el cual se basa  en Deere y León (2000), estudio de doce países sobre derechos a la tierra y el género en América Latina

[2] Mayra Buvinic, en Foro: Mujer Moviendo al Mundo. Entrevista: “La Pobreza Femenina frena el Crecimiento Económico Mundial. Banco Mundial. http://www.amecopress.net/spip.php?article10315

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Laura María Pineda
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