Nuestros aprendices vienen con la información prácticamente incluida, pero carecen de lo más importante: las herramientas para convertir esa información en conocimiento.
Los tiempos que se asoman demandan una educación ubicua enfocada en aumentar las competencias para relacionar información y compaginarla con valores compartidos socialmente. Estamos en el umbral de comenzar a producir personas inteligentes pero no hemos llegado.
Logré vincular el aula y la comunidad rural a través de expediciones que marchaban tras la huella de la cultura local en tertulias de lectura que se convirtieron en lugares de encuentro entre los padres, los hijos, los textos y la escuela.
¿Para qué queremos aprender en la sociedad del conocimiento y cómo se logra ese objetivo? Es necesario anticipar lo que puede estar más allá del horizonte.