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Un argumento en favor de la enseñanza de la ignorancia

Enfocarse en la incertidumbre puede fomentar la curiosidad latente, mientras que hacer énfasis en la claridad puede transmitir una idea errónea del conocimiento.

Diciembre 21, 2015

A mediados de los 80, una profesora de cirugía de la Universidad de Arizona de nombre Marlys H. Witte propuso dictar un curso llamado ‘Introducción a la ignorancia médica y de otra índole’'. La idea no fue bien recibida; un funcionario de una fundación le dijo que prefería renunciar antes de apoyar un curso sobre la ignorancia.

 A la Dra. Witte se le exhortó a cambiar el nombre del curso, pero ella no cedía. Consideraba que muy a menudo los profesores omiten hacer hincapié en cuánto se desconoce sobre un cierto tema. "Los libros de texto le dedican 8 a 10 páginas al cáncer de páncreas", dijo unos años después, "sin jamás decirle al estudiante que no es mucho lo que sabemos al respecto".

Ella quería que sus estudiantes identificaran los límites del conocimiento y entendieran que las preguntas a menudo merecen tanta atención como las respuestas. Con el tiempo, la Asociación Médica Americana financió el curso, llamado 'Ignorancia 101' y gratamente recordado por los estudiantes. (Lea: Neuromitos en educación. El aprendizaje desde la neurociencia)

Cursos como estos siguen siendo raros, pero en años recientes, los académicos han argumentado en forma convincente de que enfocarse en la incertidumbre puede fomentar la curiosidad latente, mientras que hacer énfasis en la claridad puede transmitir una idea errónea del conocimiento.

 En 2006, un neurocientífico de la Universidad de Columbia, llamado Stuart J. Firestein, empezó a enseñar un curso sobre la ignorancia científica después de darse cuenta, para horror suyo, que muchos de sus estudiantes podrían haber creído que entendemos casi todo sobre el cerebro. (Sospechaba que un libro de texto de 1.414 páginas pudo haber sido el culpable).

 Tal como argumentaba en su libro 'Ignorance: How It Drives Science', muchos hechos científicos simplemente no son firmes e inmutables, sino que están destinados a ser enérgicamente cuestionados y revisados por generaciones siguientes. El descubrimiento no es el proceso ordenado y lineal que se imaginan muchos estudiantes, sino que generalmente implica, en palabras del Dr. Firestein, ‘tantear en espacios oscuros, toparse con cosas no identificadas, buscar fantasmas apenas perceptibles'. Al invitar a científicos especialistas en varios campos a que les enseñaran a sus estudiantes qué es lo que realmente los entusiasma — no los datos fríos y sólidos, sino las ambigüedades fascinantes — el Dr. Firestein buscaba restablecer el equilibrio.

Decir que la ignorancia es menos extensa de lo que es, que el conocimiento es más sólido y estable, y que el descubrimiento es más ordenado, lleva a los estudiantes a malinterpretar la interacción entre preguntas y respuestas. (Lea: Revisión bibliográfica de Aportes de ciencias Afines a la educación)

 La gente tiende a pensar que el no saber es algo que se debe eliminar o superar, como si la ignorancia fuera simplemente la ausencia de conocimiento. Pero las respuestas no solamente resuelven preguntas: provocan nuevas preguntas.

 Michael Smithson, sociólogo de la Australian National University que fue uno de los constructores de un curso en línea sobre la ignorancia que se dictó a mediados de este año, usa la siguiente analogía: Entre más grande se hace la isla del conocimiento, mayor es la extensión de la línea costera, donde se encuentran el conocimiento y la ignorancia. Entre más sabemos, más podemos preguntar. Las preguntas y las respuestas proliferan juntas más de lo que las preguntas dan lugar a respuestas. Las respuestas engendran preguntas. La curiosidad no es meramente una disposición estática, sino más bien una pasión de la mente que se adquiere y nutre en forma incesante.

Continuando con la metáfora, la elaboración del mapa de la isla del conocimiento requiere un entendimiento de la psicología de la ambigüedad. Esa línea costera que se expande continuamente, en la cual las preguntas nacen de las respuestas, es un terreno caracterizado por información vaga y contradictoria. Según los psicólogos, el estado de incertidumbre resultante agudiza nuestras emociones: no solo la euforia y la sorpresa, sino también la confusión y la frustración.

El área de frontera entre lo conocido y lo desconocido también es donde luchamos contra nuestras ideas preconcebidas para reconocer e investigar los datos anómalos, una lucha que Thomas S. Kuhn describió en su obra clásica de 1962 titulada “La estructura de las revoluciones científicas”. El centro de la isla, en cambio, es seguro y reconfortante, lo cual puede explicar por qué las empresas tienen dificultades para seguir siendo innovadoras. Cuando las cosas van bien, las compañías 'se salen del modo de aprendizaje', me dijo alguna vez Gary P. Pisano, profesor de la Escuela de Negocios de Harvard. Huyen de la incertidumbre y se dirigen al interior de la isla. (Lea: Cerebro, aprendizaje y TIC: ¿Entrecruzamientos desconocidos en nuestra educación?)

El estudio de la ignorancia — o la agnotologia, un término que hizo popular Robert N. Proctor, historiador de la ciencia de la Universidad de Stanford — está en su infancia. Este incipiente campo de estudio está fragmentado por su novedad relativa y su naturaleza multidisciplinaria (tal como lo ilustra una nueva obra titulada 'Routledge International Handbook of Ignorance Studies'). Pero es esencial darle el énfasis debido a lo desconocido, destacar casos de estudio que ilustran la fértil interacción entre preguntas y respuestas y explorar la psicología de la ambigüedad. Los educadores también deberían dedicarle más tiempo a la relación entre la ignorancia y la creatividad y a la producción estratégica de la incertidumbre.

Los sociólogos Matthias Gross y Linsey McGoey han afirmado con audacia que ha llegado el momento de "ver la ignorancia como algo 'normal' en lugar de anormal". Nuestros estudiantes serían más curiosos - y más inteligentemente curiosos - si además de estar equipados con información, estuvieran equipados con teorías de la ignorancia y del conocimiento.

* Texto original: http://www.nytimes.com/2015/08/24/opinion/the-case-for-teaching-ignorance.html?emc=edit_th_20150824&nl=todaysheadlines&nlid=61080462&_r=0

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Melva Inés Aristizabal Botero
Gran Maestra Premio Compartir 2003
Abro una ventana a los niños con discapacidad para que puedan iluminar su curiosidad y ver con sus propios ojos la luz de la educación que hasta ahora solo veían por reflejos.