Como alumna aventajada de las lecciones de la historia, la Iglesia aparece como la servidora de todos y como diligente samaritana dedicada a la curación de las heridas que la guerra ha dejado en la sociedad.
En un mundo en que el “saber hacer” es el objetivo principal de la educación para garantizar un mínimo de empleabilidad y desempeño laboral, cualquier actividad o idea que se plantee es considerada superflua y estorbosa.
Si bien puede sonar a frase de cajón, nunca está demás reiterar que nuestra sociedad demanda maestros dinámicos, eficientes y comprometidos con su quehacer.
Ofrezco a cada uno de los alumnos un lápiz mágico y los invito a escribir su propia historia enmarcada en los cuentos y leyendas de su cultura indígena.
Como proceso social y cultural que es, la educación tiene que adecuarse al medio y a la cultura, y por ello se diferencia según contextos, épocas y culturas.
En su larga labor de maestro dibujó un perfil de ser humano en la mujer, con unos valores no propiamente singulares pero sí muy marcados que se hacen tan necesarios en este instante de la historia. Conózcalos.